De Diego nos llama primero la atención sobre el protagonismo de la arquitectura de Norman Foster en las principales ciudades del mundo. Recuerda que en su primer encuentro le impresionaron los espacios manejados con gran discreción y cuyos parámetros eran casi invisibles. Estas características reconocibles destacan para de Diego, y demuestran la misma mano determinante detrás de diversos proyectos.

Señala cómo esta arquitectura sugiere que hay dos características de la mente de Norman Foster trabajando al unísono: la creatividad y el orden. Además, para de Diego es evidente el valor del archivo de la Norman Foster Foundation. En él se encuentra el arquitecto profesional y, al mismo tiempo, el mundo interior de sus ideas.

Argumentando que los archivos son ahora más prominentes en la vida cultural, de Diego nos invita a pensar en ellos como obras de arte, que son entidades propias y que son exploradas cada vez más por los artistas en busca de inspiración. A la vez que crean narrativas estructuradas, los archivos también sirven como obras performativas, capaces de cambiar y abigarrarse en diferentes formas, en respuesta a sus usos.

Para de Diego, los dibujos de Norman Foster capturan «la esencia de su arquitectura», ya que todo lo que finalmente se realiza en sus edificios terminados surge de ellos. El lugar central del dibujo manual es, quizás, lo que hace que su arquitectura destaque, y ambas facetas representan partes clave de un proceso imaginativo integrado.