Entre los proyectos más memorables, de Gray recuerda el colegio en Palmerston, Liverpool (1974-1976) como «un tipo de edificio inusual». El estudio no sabía cómo responderían los niños a uno de los edificios más coloridos que habían diseñado hasta ese momento.

Las conversaciones con Buckminster Fuller demostraron ser «una adición extraordinariamente positiva a la cultura de la oficina». De Gray afirma la necesidad de un estímulo externo de este tipo para evitar la insularidad y reflexiona sobre las mismas colaboraciones productivas con artistas y escultores destacados.

Mirando hacia atrás en su tiempo en el estudio, de Gray siente que un espíritu pionero permitió que la oficina se trasladara con éxito a proyectos más grandes. La energía y el dinamismo siguen siendo rasgos importantes, al igual que la continuidad del pensamiento y el espíritu del diseño. Además, de Gray es consciente de la posición global del estudio para «liderar el camino» en temas como la sostenibilidad.