Stern llama nuestra atención sobre dos figuras influyentes en Yale: Vincent Scully y Paul Rudolph. Scully se basó en Historia del Arte, pero todos los estudiantes de arquitectura asistieron a sus convincentes conferencias. Rudolph, como presidente del Departamento de Arquitectura, tenía «una feroz dedicación a la arquitectura» que Stern señala que Norman Foster respetaba entonces como ahora.

Al describir las asignaciones de Rudolph como «proyectos horrendos» con plazos de una semana y grupos enfrentados entre sí, Stern señala que Norman Foster ya tenía un impulso competitivo antes de llegar a Yale. La experiencia de estudiar con Rudolph «perfeccionó y agudizó» sus habilidades, al igual que su tiempo trabajando para las principales firmas estadounidenses de la época, como Anshen y Allen, a las que Stern hace una comparación con Foster + Partners.

Sobre el valor continuo de la educación arquitectónica, Stern aplaude la creación de Norman Foster de una nueva cátedra en Yale, asegurando que una nueva generación de arquitectos obtenga una rica experiencia formativa, atrayendo a arquitectos internacionales. Stern concluye animando a los estudiantes a dibujar a mano, y señala a Norman Foster que: «todavía dibuja, y esa es la clave».